jueves, 19 de enero de 2012

La otra vida

Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
Fragmento de Ítaca, Konstantínos Kaváfis.

Despertarse y no saber. No saber si seguía soñando, no saber qué hora era, no saber si era sábado o si tenía que ir al trabajo. No saber.  Hacerse la misma pregunta una y otra vez hasta que la duda era parte de su sangre, recorría su cuerpo, invadía su mente y envenenaba su corazón. No saber si él seguía ahí a su lado.
 - ¿Mi amor?- aventuró. La única respuesta que tuvo tardó unos segundos agonizantes en llegarle: una serie de gruñidos típicos en las personas que se despiertan y sí saben. Saben que quieren seguir durmiendo.
 - ¿Me amás?- insistió. Esta vez Silvio se movió un poco, y le dio la espalda. Clara tomó eso como un sí. Pero un sí no duraba mucho hasta tener que ser reformulado, a diferencia de los “no”, que eran eternos.

 Recorrió con sus dedos el muro de su espalda. Lo imaginó sonriendo en sueños, lo imaginó soñando, lo soñó soñando en sueños otro amor y entonces sus dedos se volvieron cuchillos. Y los cuchillos atravesaron la piel con sorprendente facilidad.
 Cinco brillantes puntos rojos nacieron junto a su despertar sobresaltado.
 -¡¿Por qué me hiciste eso?!-  protestó él ante la sonrisa impune de ella, mientras intentaba ver la herida. Pero sonó el despertador antes que respondiese, como una excusa para salir apurada al día.

 Despertarse y no saber. No saber si seguía soñando, no saber qué hora era, no saber si era sábado o si tenía que…
 El recuerdo la golpeó con violencia cuando, tras el primer momento de vigilia atontada, notó que estaba arriba del auto.
- ¿A dónde vamos?- le preguntó a la figura borrosa que manejaba, mientras se frotaba los ojos.
- Lejos- respondió la voz de Silvio.
- Tenés que parar a pensar- replicó ella, después de unos segundos de silencio.- ¿Por qué no vamos de Reyes?.
- Todo el tiempo cambiás de discurso- protestó él. . Ella se sintió sola como nunca antes.
 Miró por la ventana, intentando escapar de la tensión.  Campo, ruta, y nada “Bienvenidos a San Martín”, decía un cartel. El mundo de afuera era muy parecido al de adentro. Una vieja baldeaba en la puerta de una casa al costado de la ruta. Atacaba la mugre con uno, dos, tres baldazos de agua rojo detergente. Un río de sangre que nacía en sus manos.

 Frenó en la banquina y bajó.
- Todo el tiempo cambiás de discurso- había protestado y protestó él.
 Ella estaba sola como nunca antes. Después de cerrar el baúl con un esfuerzo, lo cerró con llave y volvió a subir.
- ¡¿Por qué me hiciste eso?!- había dicho y siguió diciendo desde el silencio. Ella, sola como nunca antes. 
- ¿Me amás?- preguntó, como si todavía importase.

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Así sucedieron los hechos tal como fueron vividos por Clara.
 
Para saber como sucedieron los hechos según Silvio hacer click acá.
Para saber como sucedieron los hechos según el Dr. Reyes hacer click acá.

viernes, 6 de enero de 2012

Sed

 Unas cuantas palabras
 para calmar la sed:

 descansar un ratito,
 y volver a correr.