Hay solo muerte
en la sonrisa del dragón
que elije su presa entre los débiles.
Sus alas de murciélago,
gigantes, crean la sombra
que nos impide
encontrarnos en las miradas.
Hoy no tomó las monedas,
tributo que ofrecimos con esperanza.
Ruge y su voz
es de tormenta.
La sangre caliente corre por su boca,
no por sus venas heladas
de reptil; satisfecho,
lo vemos esconderse en su caverna.
Mientras limpiamos y apagamos
las heridas, los incendios,
cantamos fuerzas.
¿Será la voz como una espada
capaz de atravesar escamas
y romper huesos?
En los ojos del dragón, a veces,
adivino el miedo.
Poema escrito en el 2018 para la materia Taller de Poesía II de Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes. Le hice algunos retoques para esta versión.
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