Las reglas son las mismas que las primera veces: en base a la frase que dejo, cada uno agrega una oración (en los comentarios) para formar una historia. Esta vez va a ser en sentido inverso: voy a dejar la oración final y van agregando lo que paso inmediatamente antes, de a una oración a la vez. Pueden dejar todas las oraciones que quieran, pero no seguidas (dejen que un par comenten en el medio).
Cuando lo considere terminado, lo voy a publicar entero y cada uno puede llevarselo a su blog.
La oración final es:
Y sin mirar para atrás, Juan se subió al tren.
Se despidió de su amante con un beso apasionado.
ResponderEliminarNo se podía creer que todo se volviera a repetir.
ResponderEliminarHasta ese punto sin retorno había llegado, sin saber cómo ni por qué.
ResponderEliminarJ.
Odiaba ése lugar, las personas y todo lo que había sucedido allí.
ResponderEliminarunos minutos antes camino a la estación, tomó la decision..la iba a dejar.
ResponderEliminarLe dio asco notar que aquél era el cigarrillo más triste de su vida.
ResponderEliminarsólo un comentario...
ResponderEliminarMe quedan bien estas botas - dijo con voz de niña maldita, quizás preguntó.
ResponderEliminarAllí estaba ella, con aquel vesitdo que se pegaba a su cuerpo como un tatuaje.
ResponderEliminarCamino de la estación se preguntó, si era eso lo que realmente quería, poner distancia entre su obsesión y él, No estaba seguro de sí era una simple huida, ante el compromiso que no deseaba atender o simplemente la búsqueda de la libertad en otra estación.
ResponderEliminarApagó la luz, salieron, y cerró la puerta con llave sabiendo que su hogar ya no estaría ahí nunca más.
ResponderEliminarMiró al enano sentado en el sillón del cuarto de huéspedes, ambos se despidieron con la mirada, ya no había nada mas para decirse luego de aquella noche apasionada.
ResponderEliminarun grande Luis!
ResponderEliminarel vive en la memoria nuestra!
que andes bien,buen comienzo de semana,abrazo
ducha rapida, sin canto y sin shampoo ...le quedó un poco de jabon en el pelo que uso para peinarse
ResponderEliminarentonces le dijo despacio al oído,con voz pervertida: nos vemos en sueños.
ResponderEliminarAlejandro sonrió, la levantó por los talones desnudos con sus gruesas y curtidas y olorosas manos de leñador, como lo había hecho tantas veces en el crepúsculo del día y en el de la noche, la hizo girar como una pelota sobre la palma de su mano derecha con la gracia de un jugador de baloncesto de los Harlem Globetrotters, mientras le daba impulso suavemente con la izquierda, y ella giraba y giraba y hacía equilibrio apoyando sólo un dedo gordo y estirando los brazos a los lados como Kate Winslet en la proa del Titanic, y reía primero con los labios apretados, después con risitas contagiosas, y al final soltaba unas risotadas profundas que le helaron su propia sangre y le hicieron pensar, justo antes de que Alejandro la arrojara bocarriba sobre la cama, en los mismos silbos anaranjados y en los mismos globos invisibles en los que pensó Amaranta Úrsula, en las páginas de Cien años de soledad, antes de que le salieran los chillidos de gata que le estaban desgarrando las entrañas.
EliminarCon el enano Alejandro siempre habían sido como hermanos, y fue por eso que le sorprendió encontrarlo con su novia en pleno acto de traición.
ResponderEliminarNo tuvo otra opción mas que tragar saliva y anudar su estómago lleno de furia ya que a pesar de su diminuta estaruta el enano era mucho mejor peleador que él.
ResponderEliminarOjo que la onda era escribir lo que pasó ANTES, siempre vamos hacia atrás en el tiempo.
EliminarEntonces dejó caer el sobre en un rincón y enfrentó la última puerta de aquel pasillo gris sin querer mirar
ResponderEliminarLa caligrafía era cuidada, de letras pequeñas y redondeadas, lo que daba a suponer que la autora de la carta infame era una mujer.
ResponderEliminarHubo una vez una carta para un hombre llamado Juan, que soñaba con viajar -la carta, por supuesto-.
ResponderEliminar"¿Nos vemos a la vuelta.", leyó, y la falta del signo que cerrara la interrogación le pareció a Juan no un descuido, sino una rendija en una puerta que no quería cerrarse.
ResponderEliminarMientras viaja en el colectivo leyendo un grueso libro, Juan pensaba en revizar su buzón apenas llegase a su casa.
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