miércoles, 30 de noviembre de 2011

Este fue un relato interactivo (Instantes - parte 15)

 Sinopsis de los capítulos anteriores:

 El Dr. Oliverio French y Bernardo trabajan en un laboratorio que está desarrollando el Proyecto Oídos, aparentemente beneficioso para toda la humanidad. Tras recibir el laboratorio amenazas diversas del Grupo Nuevo Aire contra el proyecto, los directivos deciden cerrar las puertas con todos los empleados adentro. Permanecerán en cuarentena hasta que el Proyecto esté finalizado y sea lanzado.
 Mientras tanto los protagonistas comienzan a revelar las notas que les dejaron sus visitantes nocturnos, lo que los lleva hasta un enorme cuarto de máquinas que desconocían. Allí los espera Belén Eus para hacerles leer un mensaje del Grupo Nuevo Aire.
 En el mensaje, Oliverio y Bernardo se enteran que el Proyecto Oídos puede ser utilizado como un arma que ataca directamente a las mentes de sus víctimas. Y el G.N.A, al que creían terrorista, está en realidad conformado por los primeros impulsores del proyecto, que se vieron desplazados, y algunos después perseguidos y asesinados.
 Oliverio, Belén, y Bernardo discuten qué camino tomar. Finalmente deciden intentar salir del edificio.
En su escape un guardia los reconoce e intenta detenerlos. Belén lo deja inconsciente, y los tres empiezan a correr tras vestirse con unos trajes especiales: los de los empleados del subsuelo. 
 Cuando la esperanza de escapar empieza a crecer Bernardo, para sorpresa de los otros dos, escapa de ellos en un ascensor hacia los pisos superiores...   


Resultado de la última votación:
Los guardias del laboratorio: serán alertados por Bernardo.
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 - Vamos hasta el tercer subsuelo- dijo Belén, quien parecía totalmente recuperada de la sorpresa- Si nos apuramos, llegaremos antes que él pueda encontrar algún guardia y volver a bajar.
 Corrimos. Una vez que empezamos a bajar por los subsuelos, la luz natural de las altas ventanas y claraboyas fue sustituida por lámparas de techo. El aturdimiento superaba al cansancio, al miedo, y a cualquier otro sentimiento o pensamiento. Lo único que tenía en mente era salir de allí. Se cruzó por mi mente una calle cualquiera, llena de casas llenas de gente viviendo sin saber lo que se gestaba en esos subsuelos tan tenebrosos.
 Las escaleras se interrumpieron bruscamente por una puerta. Arriba se leía solamente “Tercer Subsuelo – acceso restringido”. Un aparatito junto a la puerta se burlaba de nosotros que no sabíamos qué conjunto de números era la llave a nuestra libertad.
 En ese momento, escuchamos un ruido. Alguien bajaba por la escalera. Al ver que era un sujeto vestido igual a nosotros, un empleado del subsuelo, nos alejamos de la puerta lo suficiente como para que pareciera que estábamos charlando y no intentando entrar.
 - ¡Ustedes, vuelvan a trabajar!- nos gritó, al tiempo que discaba la clave. Leí la palabra “supervisor” bordada en su pecho al tiempo que lo empujaba para pasar corriendo por la puerta que nos abría. No giré para ver como reaccionaba.

 Ya no me sorprendió que la sala a la que entrábamos fuese más grande de lo que había imaginado. Ya nada podía sorprenderme. En un primer vistazo llegué a pensar que el sector subterráneo del laboratorio se extendía por debajo de toda la ciudad. Y nunca llegué a afirmar ni refutar esta primera impresión.
 Cientos de personas se movían por la sala, accionando máquinas, moviendo objetos con precaución extrema, o en diversas tareas. Tan concentrados estaban, tan disciplinados, y tan acostumbrados a ver gente corriendo de un lado al otro con preocupación, que nuestra presencia no inquietó a nadie.
- Faltan unos doscientos metros. Ahí hay una pequeña ventana que nunca fue tapiada. Es el único lugar sin vigilancia en todo el edificio- susurró Belén.
- No se si lo notaste, pero estamos tres pisos debajo de la tierra.
- Sí. Confiá en mí. Falta poco.
 Sin dejar de correr, pudimos ver las verdaderas máquinas que se estaban produciendo. No solo eran más grandes que el prototipo que habíamos visto, también eran muchísimas más.
 Llegamos a una compuerta escondida a medias por un mueble semidestruido y cajas viejas.
 - ¡Por fin!- exclamó Belén, al tiempo que movía las cosas para pasar.
- ¡Son esos!- gritó Bernardo a los guardias a los que había guiado hasta nosotros, señalándonos repetidas veces.
  Cuando Belén logró mover el mueble, entramos en lo que parecía un escobero. Pero el escobero no tenía techo, y una escalera de hierro para manos subía por la pared.
 Sin perder el tiempo, Belén empezó a trepar y yo la seguí. Arriba, lejos, lejísimos, se veía una luz. Mis ojos se nublaban por el esfuerzo y el cansancio.
 Abajo nuestro, la puerta se abrió y los entrenados guardias empezaron a trepar a una velocidad vertiginosa. Era imposible que les ganáramos.
 -Pero- pensé- no pueden atraparnos a los dos.
 Para sorpresa de Belén, dejé de trepar. Ella, aunque mirando para abajo, mirándome fijo, seguía subiendo.
 Yo no quería sacrificarme. No realmente. ¡Pero estaba tan cansado!
 El primer guardia intentó cubrirse con las manos cuando mi pie alcanzaba su cara. Perdió el equilibrio y cayó. Pero venían al menos cinco detrás, y el segundo ya sabía que yo me había detenido, y que iba a dar pelea en lugar de escapar. Intenté darle una patada, igual que había hecho con el anterior, pero agarró mi pie en el aire. De un tirón, me lanzó tras su compañero.
 En el aire, mientras caía, pude ver el pie de Belén escapando por la única salida sin vigilancia de todo el laboratorio. Ella era ágil, lo suficiente como para aprovechar la ventaja que yo le había dado para escapar.
 Con algo de suerte ella podría alertar al Grupo Nuevo Aire de la nueva situación.  Y demorar así el Proyecto lo suficiente como para alertar a toda la humanidad. Ella era mi esperanza. La imaginé corriendo bajo el sol cuando, no sin dolor, el guardia que yo mismo había tumbado amortiguaba mi caída. Perdí el conocimiento.

 Cuando desperté, estaba atado a lo que parecía una silla hecha de hierros y cables. Ya no llevaba puesto el uniforme del laboratorio, a diferencia de los hombres que se movían y hablaban animadamente frente a mí.
 Tardé en darme cuenta que lo que hay arriba mío es una de las máquinas. Hace unos instantes entendí lo que va a sucederme. Probablemente lo primero que hagan sea obligarme a olvidar esta historia que, en un intento desesperado por retener, me repito una y otra vez. 

 Fin

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Respuestas VII: Suspiros

                                          a esta invitación de Bien Porteño


Escarchados suspiros
llegan a mi mente
a través de mi puerta.

¿Saldrán de tu boca
como yo lo imagino?
Esperando tus labios los míos...

Ya están heladas las palabras.
Solo queda esperar
la primavera.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Instantes - parte 14 (relato interactivo)

 Sinopsis de los capítulos anteriores:

 El Dr. Oliverio French y Bernardo trabajan en un laboratorio que está desarrollando el Proyecto Oídos, aparentemente beneficioso para toda la humanidad. Tras recibir el laboratorio amenazas diversas del Grupo Nuevo Aire contra el proyecto, los directivos deciden cerrar las puertas con todos los empleados adentro. Permanecerán en cuarentena hasta que el Proyecto esté finalizado y sea lanzado.
 Mientras tanto los protagonistas comienzan a revelar las notas que les dejaron sus visitantes nocturnos, lo que los lleva hasta un enorme cuarto de máquinas que desconocían. Allí los espera Belén Eus para hacerles leer un mensaje del Grupo Nuevo Aire.
 En el mensaje, Oliverio y Bernardo se enteran que el Proyecto Oídos puede ser utilizado como un arma que ataca directamente a las mentes de sus víctimas. Y el G.N.A, al que creían terrorista, está en realidad conformado por los primeros impulsores del proyecto, que se vieron desplazados, y algunos después perseguidos y asesinados.
 Oliverio, Belén, y Bernardo discuten qué camino tomar. Finalmente deciden intentar salir del edificio. En ese momento, alguien abre la puerta de la sala...

Resultado de la última votación:
El resto de los empleados del laboratorio trabaja incansablemente sin sospechar lo que sucede.
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- Ya los encontré, jefe- dijo el guardia por un comunicador. Parecía un robot con ese traje: pesadas botas militares, pantalón azul con muchos bolsillos y llaves y cadenas colgando, chaleco antibalas del mismo color, y casco dorado, con un extraño visor delante de los ojos. Pero lo más inquietante era la ametralladora que llevaba en sus manos.
- ¡Ustedes tres, quietos y con las manos donde pueda verlas!- nos gritó.
 Cada vez más desconcertados, le hicimos caso. No teníamos muchas alternativas.
- Sí, señor- continuó hablando por el aparato- la que buscábamos y los dos que faltaban del piso superior. Sí, señor. Sí, señor. Inmediatamente, señor.
- ¡Caminando en fila india, ya mismo!- nos gritó.
 Bernardo y yo nos quedamos helados. Con las manos en la nuca, nos dirigíamos a la salida. Cuando pasamos por al lado de él Belén, en un acto de valentía, arremetió contra el guardia y lo empujó con todas sus fuerzas. El robótico soldado se desplomó. Bernardo no podía creer lo que pasaba y yo, en la misma situación, tomé la rápida decisión de llevar todo esto hasta sus máximas consecuencias. Ya sabía a qué bando quería pertenecer en esta historia: al de Belén. Tomé el arma del guardia antes que este llegara a reaccionar, y le apunté.
- ¿Qué estás haciendo, French? ¿Estás loco?- dijo Bernardo. Era la primera vez en años que me trataba por el apellido.
- No es necesario que le apuntes, parece inconsciente- dijo Belén mirando al guardia que ya no se movía-¡Pónganse estos trajes! - agregó al tiempo que los sacaba de su mochila y nos los alcanzaba.
 Le hicimos caso automáticamente. Unos segundos después, los tres salimos corriendo de la sala roja vestidos casi como astronautas.
- Son los trajes especiales que usan en los pisos inferiores, donde están las verdaderas máquinas- nos explicó Belén- con esto vamos a pasar desapercibidos, espero, el tiempo necesario para salir del edificio. Vamos por las escaleras, en los ascensores hay cámaras.
- ¡¿Las verdaderas máquinas?!- exclamé mientras empezábamos a bajar corriendo. En el camino tiré el arma en un gran cesto de basura, donde tardarían horas en encontrarla.
- Sí, lo que acaban de ver es solo un prototipo antiguo. El verdadero peligro se esconde debajo del edificio. Debe haber unas veinte máquinas del tamaño de la que acaban de ver, durmiendo debajo de la ciudad. Si no hacemos algo pronto, va a ser tan terrible como si todos los volcanes de la tierra hicieran erupción al mismo tiempo.
 Llegamos a un piso lleno de oficinas. La escalera se interrumpía en ese punto, pero había otra que continuaba bajando al fondo del pasillo. Mientras lo cruzábamos, pudimos ver varias oficinas llenas de empleados. Trabajaban incansablemente, sin sospechar con qué fin serían usados sus esfuerzos. Sin sospechar que un minuto más de trabajo para ellos, era un minuto menos que nos dejaban para evitar el desastre.
 Antes que llegáramos a darnos cuenta, Bernardo se metió en un ascensor y presionó un botón.
-¡Bernardo, no!- exclamé- ¡Van a encontrarnos!
 La escena transcurrió casi en cámara lenta. Yo gritaba a Bernardo para que saliera antes que la puerta se cerrara, y Belén me agarraba del hombro para frenarme y que no me subiera detrás de él a sacarlo.
- Mirá la flecha del botón de llamado. Está yendo hacia arriba. Creo que Bernardo va a delatarnos.
 No podía ser cierto, pero todo indicaba que Belén tenía razón, que Bernardo escapaba de nosotros.
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 Los guardias del laboratorio:
1-     Descubrieron rápidamente al guardia inconsciente y ya están alertas.
2-     Serán alertados por Bernardo.
3-     Todavía no notaron que Oliverio y Belén intentan escapar.
      4-     Otro (proponer).

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Respuestas VI: Cicatrices

                                        a esta entrada sin título de Lola

Ver en el mapa
de nuestras cicatrices
un camino futuro

sin sufrimiento
que nos espera.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Instantes - parte 13 (relato interactivo)

 Sinopsis de los capítulos anteriores:

 El Dr. Oliverio French y Bernardo trabajan en un laboratorio que está desarrollando el Proyecto Oídos, aparentemente beneficioso para toda la humanidad. Tras recibir el laboratorio amenazas diversas del Grupo Nuevo Aire contra el proyecto, los directivos deciden cerrar las puertas con todos los empleados adentro. Permanecerán en cuarentena hasta que el Proyecto esté finalizado y sea lanzado.
 Mientras tanto los protagonistas comienzan a revelar las notas que les dejaron sus visitantes nocturnos, lo que los lleva hasta un enorme cuarto de máquinas que desconocían. Allí los espera Belén Eus para hacerles leer un mensaje del Grupo Nuevo Aire.
 En el mensaje, Oliverio y Bernardo se enteran que el Proyecto Oídos puede ser utilizado como un arma que ataca directamente a las mentes de sus víctimas. Y el G.N.A, al que creían terrorista, está en realidad conformado por los primeros impulsores del proyecto, que se vieron desplazados, y algunos después perseguidos y asesinados.
 Oliverio, Bernardo y Belén deben zanjar sus diferencias y decidir qué camino tomar...

Resultado de la última votación:
El siguiente paso a seguir será: intentar salir del laboratorio.
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 Belén, un poco acalorada por hablar a los gritos, fue a buscar una botellita de agua que guardaba en su mochila. El cuarto era tan grande que podíamos hablar con Bernardo sin riesgo de que nos escuchara.
- Hay que ir a hablar con los directivos. Ya mismo. Si esta loca empieza a hacer quilombo se va a armar la podrida. Si nos apuramos…  
- ¡¿Qué?! ¿Estás sordo, o borracho? Esta máquina es una desgracia, hay que parar esto antes que sea demasiado tarde.
- ¿Vos me estás diciendo que creés en todas esas cosas que leímos, lavados de cerebro y todo eso? No estamos en una película de…
 Como Belén volvía hacia nosotros, tuvimos que interrumpir bruscamente nuestra discusión. Aunque por la cara de Bernardo se notaba lo enojado que estaba, tampoco mi cara era de tranquilidad total. Hasta la misma Belén, que ya sabía hace un tiempo de todo esto, parecía nerviosa.
 Nos quedamos en silencio un rato. Yo estaba mirando al piso, intentando controlar mis emociones para poder pensar. Cuando levanté la cabeza, ambos me estaban mirando.
 - ¿Qué hacemos?- me preguntó Belén. Como si yo tuviera la respuesta.
- ¿Cómo “qué hacemos”? ¿Qué vamos a hacer? No puedo pensar en una situación así. Menos en esta sala, tan cerca de esa máquina. Todo este lugar me da asco.- respondí.
- Sí, estoy de acuerdo. Creo que tenemos que salir del edificio.
- Es una locura- dijo Bernardo- no hay manera de salir hasta que el proyecto esté terminado- agregó. Me pareció que estaba a punto de sonreir, pero algo lo contuvo.
- Quizá no por las salidas que conocés vos- respondió bruscamente Belén.
 En el preciso instante en que terminaba de decir eso, se abrió la puerta de la sala.
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  El resto de los empleados del laboratorio:
1- Trabaja incansablemente sin sospechar lo que sucede.
2- Están divididos entre un sector que trabaja y otro que busca mantener el control.
3- Está intentando solucionar un problema imprevisto.
4- Otro (proponer).

sábado, 5 de noviembre de 2011

Instantes - parte 12 (relato interactivo)

 Sinopsis de los capítulos anteriores:

 El Dr. Oliverio French y Bernardo trabajan en un laboratorio que está desarrollando el Proyecto Oídos, aparentemente beneficioso para toda la humanidad. Tras recibir el laboratorio amenazas diversas del Grupo Nuevo Aire contra el proyecto, los directivos deciden cerrar las puertas con todos los empleados adentro. Permanecerán en cuarentena hasta que el Proyecto esté finalizado y sea lanzado.

 Mientras tanto los protagonistas comienzan a revelar las notas que les dejaron sus visitantes nocturnos, lo que los lleva hasta un enorme cuarto de máquinas que desconocían. Allí los espera Belén Eus para hacerles leer un mensaje del Grupo Nuevo Aire.
 En el mensaje, Oliverio y Bernardo se enteran que el Proyecto Oídos puede ser utilizado como un arma que ataca directamente a las mentes de sus victímas. Y el G.N.A, al que creían terrorista, está en realidad conformado por los primeros impulsores del proyecto, que se vieron desplazados, y algunos después perseguidos y asesinados.
 
Resultado de la última votación:
Solo uno estará en contra del proyecto al instante.
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No podía creer lo que leía. O en realidad, no quería creerlo… Pero por increíble que sonase, tenía mucho sentido. Hasta donde los empleados del laboratorio sabíamos, el Proyecto Oídos iba a utilizarse para casos extremos de dificultades en el aprendizaje, y, excepcionalmente, en investigadores que se sometieran voluntariamente a un proceso de recepción intensiva de datos. Claro que, al ver la gran máquina que ocupaba la sala en la que nos encontrábamos, no era irracional creer que iba a utilizarse en ciudades enteras en lugar de en individuos aislados.

 ¡Pero eran tantas las cosas que no sabíamos! Científicos siendo perseguidos y hasta asesinados. El Grupo Nuevo Aire como una resistencia y no como un grupo terrorista. Un arma extremadamente peligrosa. Estábamos adentro, y era nuestra responsabilidad hacer algo. Pero, ¿Cómo?

- Hay algo que deben saber- dijo Belén, como si fuese poca la información nueva.- Yo no pertenezco al Nuevo Aire. Al menos no ahora.

- ¿Eso quiere decir que estás de acuerdo en que usen el Proyecto de esta forma atroz? – le dije.

- No, no. Jamás. Todo lo contrario. Pero los miembros del Nuevo Aire fueron, en definitiva, los mismos que inventaron el aparato. ¡No quieren destruirlo, quieren utilizarlo para transmitir su propio conocimiento, su propia forma de ver las cosas, también en ámbitos masivos!

- Pero el aparato en sí no tiene porque ser algo malo… en las manos correctas. Digo, un martillo puede usarse para romperle la cabeza a alguien, pero también para construir una casa…- dijo Bernardo.- Creo que hay que ir a hablar con los directivos, seguramente esto sea un malentendido…

- ¿Es que no lo ven? El conocimiento no es algo concreto que pueda transmitirse así como así. La alteración neuronal de las sondas solo logra grabar a la fuerza lo que serían pequeñas frases del libro del conocimiento, que quedarán allí establecidas, inalterables, para siempre. Aplicados en forma masiva, va a ser un conocimiento vacío, inconsistente, y lo peor de todo… mantendrá el statu quo para siempre: nadie podrá volver a pensar.
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El siguiente paso a seguir será:


1- Encontrar un lugar donde esconderse dentro del laboratorio y proveerse de alimentos.
2- Alertar a la mayor cantidad posible de empleados del laboratorio
3- Intentar salir del laboratorio
4- Otro (proponer)