Correla, correla, correla, correla.
¡Pero dale!
Les quedan todos los rebotes.
Estamos marcando bien.
¡Que orto!
No quiere entrar.
Gol.
De ellos.
lunes, 26 de agosto de 2013
jueves, 22 de agosto de 2013
domingo, 18 de agosto de 2013
Las jaulas se abren
Todos saben que las jaulas, eventualmente, se
abren. Se oxidan los goznes de las puertas, se oxidan esos que se hacen llamar
nuestros dueños, o nos oxidamos nosotros. Es solo cuestión de que esas cosas
ocurran en el orden indicado, para que podamos reclamar nuestra libertad.
A mí me pasó una vez, que la jaula se abrió.
Solo que hacía demasiado tiempo no estiraba mis alas. Pensé que si me iba
estaría resignando la comida que me era dada todos los días sin hacer yo el
mínimo esfuerzo. Y la protección, porque allá afuera me esperaban los
depredadores y otros peligros.
A pesar de eso, decidí intentarlo. Apenas salí
de la jaula, algo dentro de mí me dijo que era lo correcto. Nunca llegué a la
ventana, nunca llegué al exterior. La mano que nos posee aprieta fuerte cuando
nos falta convicción, cuando no estamos preparados.
Aunque me pusieron en una jaula nueva,
reforzada, desde ese día no paro de volar en mi reducido espacio. Y cuando noto
que nadie me ve, picoteo con paciencia los garrotes que parecen más flojos.
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