Me habían dicho que tuviera cuidado, pero no les di pelota. Se comía los bichos, así que lo puse cerca de la luz y me liberó de las moscas, los mosquitos, y las "cotorritas".
Un día empezó a comerle la comida al gato, que me protestaba. Compartieron el plato hasta que el felino desapareció.
Ahora está parado adelante de la puerta, bloqueando la salida. Me mira raro. No creo que me haga nada, pero me da cosa pedirle que se corra.
-Publicado en El Microrrelatista-