Antes podía pasar por tinta
mis palabras
sin sentir que manchaba las hojas.
Solo las emebellecía.
Antes podía pasar por tinta
mis ideas
sin sentir que el tiempo se moría.
Y así eran eternas las horas.
Hoy el viento, ¡hasta el viento!,
me lleva lo que digo,
y las estrellas, y las puertas,
y los bichos de debajo de las piedras.
Ya olvidé por que dejé de escribir un día.
Por eso hoy tomo mi birome...