El micro viejo avanzaba
como un terremoto cansado
y me llevó hacia otro viento.
En un hotel sin ventanas
dejé las cosas: una birome seca,
un bolso, llaves de mi hogar.
La arena de la playa
me pareció sucia,
fría,
y la gente
se desarmó en el agua:
una cabeza y un brazo,
un pie. Nada.
Construí castillos
enfrentando la marea
y junté piedritas,
un cementerio de soldados
que murieron
defendiendo a su señor del agua
y de la sal.
Tres días mudos
y después un bondi
distinto
me devolvió a la ciudad.
Poema escrito en el 2017 para el Taller de Poesía I de Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes.
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