Ya no es madera la madera
ni metal el metal; está hecho de arte,
de los sonidos
que crecí:
lleva tu cuerpo las marcas de mis errores,
ya son memoria, y así mis manos
sienten camino y aprendizaje.
¿Existís más allá de nuestro abrazo,
o solo sos como canción al ser tocada?
Sos, guitarra, mi guitarra
cuando recorro la avenida de tus notas
plagada de fracasos y también
alegrías que gané gota a gota;
porque tu olor a sueño cuando estás cerca,
o la manía de ver el mundo en seis
o tu sabor
tiene a veces el color de lo que intento
y no me sale,
como raíz creciendo entre las piedras.
Sigo porque tu voz es mi voz,
que estoy cansado de escuchar
y al mismo tiempo necesito,
como una sed eterna y tan profunda
que me empuja a estar atado
y a la vez me suelta.
Este poema fue el resultado de un ejercicio de Taller de Poesía I (2017) en Artes de la Escritura, Universidad Nacional de las Artes.
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